El sábado, grupos de activistas de Alemania se manifestarán en contra del uso de etiquetas de radiofrecuencia y otros planes elaborados por los comerciantes para obtener información sobre los consumidores. Los esfuerzos de esos grupos ya lograron que uno de los minoristas más importantes de Europa abandonara la semana pasada las pruebas que estaba realizando con las etiquetas.
Conducidos por la organización alemana defensora de la privacidad FoeBud, los activisas de Rheinberg, Alemania, piensan realizar una protesta frente al Metro Extra Future Store, una tienda departamental que sirve como sitio de pruebas de la tecnología RFID y otras tecnologías utilizadas para la venta minorista.
Metro AG, la empresa matriz de esa tienda, es la quinta firma minorista del mundo, con más de 2.000 puntos de venta, entre los que se incluyen supermercados y tiendas de artículos electrónicos en más de 28 países.
Los activistas descubrieron hace poco chips RFID insertos en las tarjetas de cliente que emite la tienda. También las encontraron en productos que se hallaban a la venta en el local, entre los que se incluían artículos de IBM, Gillette y Procter & Gamble. Metro no les informó a sus clientes que estaba registrando sus datos. Si bien Metro les dijo a los activistas que los chips sólo funcionaban mientras los clientes se encontraban dentro de la tienda, los grupos de defensa de la privacidad descubrieron que el quiosco instalado para desactivar los chips no deshabilitaba por completo las etiquetas.
Una etiqueta RFID consiste en un microchip del tamaño de un grano de arena conectado a una antena que transmite información por radio cada vez que pasa frente a una lectora RFID. Los fabricantes de productos y los comerciantes han expresado su interés de colocar esas etiquetas en los artículos de consumo para administrar su inventario, obtener información acerca de los intereses de los consumidores, acelerar la facturación e impedir robos.
Los críticos de la tecnología sostienen que las etiquetas les permitirían a las empresas monitorear los movimientos de los ciudadanos y recabar información con fines de marketing. La información transmitida por las etiquetas puede ser leída a una distancia de hasta 10 pies.
Las quejas del público y la inminente manifestación en Metro obligaron a la firma a cancelar el empleo de etiquetas RFID en las tarjetas de cliente. La empresa informó el jueves que dejaría de incorporar chips RFID en sus tarjetas de cliente y reemplazaría las tarjetas que ya hubieran sido entregadas a los consumidores.
"Esto demuestra el poder del libre mercado", indicó Katherine Albrecht, directora de Consumers Against Supermarket Privacy Invasion (CASPIAN, Consumidores Contra la Invasión de la Privacidad en Supermercados), una organización que opera en Estados Unidos. "Los pueblos del mundo le están diciendo a las empresas internacionales... que no tolerarán que los espíen a través de sus productos y servicios".
A pesar de la retractación de Metro, los representantes de 14 organizaciones defensoras de la privacidad y los derechos civiles de Alemania informaron que llevarían a cabo la protesta del sábado. Rena Tangens, fundador de FoeBud, dijo que el anuncio no había llegado hasta donde debía, porque la empresa y sus socios proveedores no aceptaron eliminar las etiquetas de sus productos.
"Le estamos pidiendo a Metro y a sus socios que cumplan los términos de una declaración que exige una moratoria en lo que respecta a aplicar etiquetas a los artículos", dijo. También quieren que Metro y sus socios comerciales financien investigaciones orientadas a indagar los problemas de privacidad asociados con el empleo de la tecnología RFID.
Albrecht, que estudió administración de empresas y marketing internacional, señaló que existen usos legítimos de las etiquetas pero cuestiona "el beneficio de tardar cinco minutos menos en pasar por la línea de cajas a expensas de las libertades civiles".
Metro no es la primera empresa que debe enfrentar la polémica por la utilización de etiquetas RFID.
El fabricante de indumentaria italiano Benetton Group enfrentó dificultades el año pasado cuando anunció sus planes de aplicar chips RFID a las etiquetas de sus prendas de vestir. La empresa abandonó sus planes después de que los consumidores amenazaran con llevar a cabo un boicot.
El año pasado, la prensa informó que el Banco Central Europeo tenía planes de incorporar chips RFID a las fibras de los billetes para el 2005 para evitar las falsificaciones. Los grupos activistas han expresado preocupación respecto del hecho de que los chips registrarían el momento y lugar en que tienen lugar las transacciones, con lo cual se destruiría el anonimato que suelen brindar los pagos en efectivo.
Con frecuencia, las bibliotecas han utilizado etiquetas RFID para llevar el registro de los libros, acelerar los procedimientos que deben realizar los usuarios y tomar decisiones de compra. Pero el año pasado, varias librerías japonesas anunciaron sus planes de insertar en los libros etiquetas conectadas con cámaras de vigilancia. De este modo, una tienda podría observar los hábitos de los consumidores: registrarían los libros que miran y las páginas en que se detienen.
"Eso se torna sumamente inquietante si se tiene en cuenta la Ley Patriota", dijo Albrecht, en referencia a artículos de la ley antiterrorismo de Estados Unidos que les permite a los organismos gubernamentales tener acceso a los registros de las bibliotecas.
Kim Zetter
Wired, 01. März 2004
Original: http://us.terra.wired.com/wired/tecnologia/0,1157,25858,00.html